Aquel día... después de mañanas perdidas de agotamiento, momentos de debilidad, horas interminables con jornadas de pensamientos apelotonados incesantes, multitud de obligaciones, millones de apuntes enredados alrededor de mi vida...para conseguir la añorada perfección quizá en respuesta a la propia exigencia desde la niñez... aquel día cuando mi cuerpo se desplomaba en el medio del pasillo preámbulo de mi habitación creí que sería algún final... sentí mucho miedo. Cerré los ojos y ahora descubro que aprendí, descubrí... un yo que no conocía, alguien muy valioso que me enseñó otra forma de vivir distinta, resurgiendo como persona como yo misma dejando atrás lo que ya debía dejar para ser lo que soy hoy. Gracias a pesar de todo... por descubrirme.
Reflexionar como persona, sabiendo entresacar del miedo algo positivo que nos haga madurar, nos avanza en ser mejores cada día y en sentirnos mejor para sentirnos mejor con los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario