viernes, 12 de agosto de 2011

EL OCTAVO BANCO



Aquel domingo por la mañana después de traspasar el umbral de la hermosísima catedral de Santiago caminaron unidos de la mano como habitualmente lo hacían hacía el Arenal, acercándose al borde de la ría como si el agua cerca, perdiese su historia deseada hacía el mar, tesoro que tanto les gustaba a ambos.
Su andadura se adornaba con sus voces, se susurraban , despertaban con sus carcajadas, opinaban, se estudiaban, volaban con la chispa del amor y sentían cosquillas con todo lo que les rodeaba
Atravesaban el puente viendo el edificio del ayuntamiento mientras le saludaban como si de una montaña que adornaba el paraje verde se tratara, y como en tantas ocasiones de forma habitual y sin otro sentido aparente, continuaban de la mano hasta el octavo banco de madera del atractivo paseo del Campo Volantín.
Aquel día no estaban solos en su banco, en el rincón de sus sueños se entretenía y descansaba un tiernecito abuelito que contaba edificios del otro lado de la ría, parecía hablar con ellos...
Miraba fijamente y con el pensamiento sonriendo al cielo, permanecía perplejo ante las cristaleras inmensas del Edificio Albia, rascacielos que se alza detrás de la legendaria Iglesia de San Vicente donde se esconden las infinitas e innumerables historias de muchos bilbainitos abrazados a la ría.
Acurrucados por el frío, observaban al delicado viejecito que les acompañaba, allí a su lado, despertaba su curiosidad, él estaba inmóvil frente a las barandillas, parecía que se cuerpo y su mente estuviesen en ese instante viviendo diferente historia, una historia que transformaba su rostro gastado de los años, su abundante pelo blanco, su delgado y cansado cuerpo en el resplandor de la adolescencia, la melena de un rokero y la fortaleza del cuerpo de un atleta...

- Os veo muchos días, siempre venís hasta aquí a este banco ¿verdad?
- Aquí en este banco está el alma de dos enamorados.
- ¡ mirad ¡ - les dijo:
-Allí, en el espejo de las cristaleras de Albia todavía se les ve rindiendo sus besos.
- ¿Los veis?
Abriendo los ojos del corazón allí estaban sentados en el octavo banco, no podían ni creer lo que estaban viviendo...
-El amable anciano seguía entusiasmado contando ...
Ahí están, se dibuja su reflejo por el resto de los siglos, ellos lucharon por su amor en oposición a su clase social, su riqueza y su familia. Aquí mismo en este sitio del paseo en este octavo banco que, era hace cientos de años la ría de antaño rodeado de hierba, piedras y pequeñas casitas se escondía una pequeña gruta donde la joven y atractiva pareja se reunían cada día y refugiaban su pasión oculta de los comentarios de los lugareños del Bilbao del pasado. Dicen que una fría noche de invierno cruel y violenta tempestad subió la marea y el mar de cristal les llevó con sus besos y desaparecieron.
A partir de aquel día en este lugar viven abrazados para siempre, sentados en nuestro octavo banco del paseo y mirados en el océano del espejo de Albia los amores que gritaron al viento y que son reflejados como si ni el tiempo ni el destino les pudiera separar...
Por eso, como vosotros otros muchos han sentido la llamada a venir a este lugar, llegando hasta aquí solamente los que quieren de verdad, los que se prometen amor eterno, un amor fuerte que les llenará siempre y todos los que se detienen mágicamente en este octavo banco del paseo reflejan su amor en el espejo de las cristaleras y viven una auténtica historia de amor...Se despidieron de aquel dulce hombre convencidos que su existencia estaba marcada por un amor en ese octavo banco, lugar que encerraba un hechizo en el espejo del edificio erguido en la ría...

miércoles, 3 de agosto de 2011

Episodio vacacional



Disfrutar de los momentos entre los amigos, hasta con una aguja, dedal, tijeras... la alegría entrañable del diálogo, la luz del sol de la tarde, el ruido de las olas. Las gotas salpicadas de los niños que salen del agua mojando la tertulia y, sin casi notar su cosquilleo la arena de la playa te reboza por completo al paso de los vecinos, o los que juegan a palas, o de forma imprevista una pelota roza el hombro o vuela por encima de la cabeza. Las meriendas de los chavales que hambrientos reponen fuerzas y arrugados de las olas, o tendidos sobre las toallas con un apetito atroz producido por el descanso añorado del esperado verano... y los días se difuminan en el tiempo como un fugaz relámpago, que reflexionando ahora, cuesta discernir si algo tan exquisito fue real o un sueño...

¡¡¡¡qué ricas vacaciones...¡¡¡